La Fibromialgia es un síndrome crónico reconocido como enfermedad por la OMS en 1992, incluido en los Sindromes de Sensibilización General. El paciente sufre dolores crónicos y generalizados, especialmente intensos en los denominados “Puntos Sensibles”, fátiga, rigidez, parestesis, estrés, depresión, ansiedad, intolerancias (alimentarias, térmicas, al ruido, etc). Los mecanismos biológicos de control del dolor se ven alterados pero conlleva también un indudable componente psicosocial.

Tratamiento de la Fibromialgia

Debe establecerse un buen vínculo de comunicación entre los profesionales de la salud y el paciente que permita poder enfrentarse a  las distintas dificultades que el desarrollo de la enfermedad va planteando. La situación ideal es el trabajo interdisciplinario coordinado entre los diferentes profesionales sanitarios. 

Hasta el presente no existe un tratamiento definitivo para la fibromialgia. No hay medicamentos o tratamientos que puedan hacer desaparecer los síntomas o que permitan al paciente volver a su ritmo de actividad normal rápidamente. Esto no quiere decir que estos enfermos no puedan alcanzar una  notable mejoría de su cuadro clínico si el tratamiento y el enfoque global del caso son los adecuados.  

La mayoría de los pacientes que desarrollan estas enfermedades, tienen la posibilidad de mejorar o recuperarse con el tiempo; dependiendo de la severidad de la enfermedad y de la idoneidad de los tratamientos pautados.  Es importante mantener esta perspectiva: no se trata de buscar un tratamiento único, sino una estrategia terapéutica que permita incluir los aportes de distintos procedimientos. 

 

Si revisamos los tratamientos propuestos en diferentes estudios y publicaciones, de manera genérica podemos decir que existen 4 grandes grupos de terapias:

a) Medicación

b) Terapia psicológica

c) Dietética   

d) Terapia física.  

Dentro del apartado da la terapia física y dietética es donde el papel de la Osteopatía Individual Especializada tiene muchísimo que aportar de cara a conseguir una disminución del dolor, mejora postural global, reequilibrio del tono muscular, relajación psicosomática, mejora del sueño, mejora funcional en actividades cotidianas, mejora de la autoconfianza y autoestima...    

PAPEL DE LA OTEOPATÍA EN LA FIBROMIALGIA

Es evidente que en estos pacientes se presentan síntomas de carácter psicológico, cognitivo, comportamental, social y físicos. Muchas de estas alteraciones se presentan a la vez, o bien, una retroalimenta a la otra; p.ej: un dolor de espalda genera ansiedad, la ansiedad genera tensión muscular y alteración del ritmo respiratorio, que a la larga dificulta la relajación necesaria para conciliar el sueño e impide el descanso nocturno, cerrando el círculo vicioso. 

Este mecanismo, que hemos resumido de manera simplista, es GLOBAL; es un gran círculo vicioso que precisará de una terapia también global, realizada por profesionales dispuestos a adaptar sus tratamientos a los pacientes y no al revés y dispuestos a colaborar (en una colaboración verdadera y sincera) con los diferentes expertos en cada materia: médicos, psicólogos, psicoanalistas, nutricionistas, fisioterapeutas… 

Desde el punto de vista de la osteopatía el cuerpo humano debe entenderse como un todo, tanto a nivel estructural (músculos, huesos, arterias, piel, etc) como a nivel funcional (postura, locomoción, reproducción, comunicación, emoción, etc.) Estructura y función son indisociables y funcionan con un equilibrio homeostático. El dolor fibromiálgico es la mayor expresión del desequilibrio global. 

La Osteopatía tiene como objetivo una mejora de la auto-percepción del cuerpo del paciente, un reconocimiento de su esquema corporal, es decir de su base estructural y por supuesto un alivio del dolor y de la  impotencia funcional. Ello se consigue, gracias a un trabajo postural global de las cadenas musculares, reequilibrando los músculos atrofiados y los músculos contracturados. Asimismo se persigue que el paciente tome consciencia de sus ritmos fisiológicos corporales (respiratorio, cardíaco, tono muscular, etc) y de sus bloqueos.  

Este es un trabajo físico, fundamentalmente del sistema muscular y osteoarticular; pero que tiene repercusiones muy positivas en planos funcionales:

 - reequilibra el sistema circulatorio, mejorando el aporte sanguíneo al músculo

- mejora el ritmo respiratorio, equilibrando el músculo diafragma y disminuyendo el efecto físico de la ansiedad

- facilita el equilibrio entre sistemas simpático y parasimpático

- incide positivamente en aspectos psico-comportamentales gracias al cambio postural

Todos estos aspectos permiten un aumento progresivo del umbral doloroso y una mejor comprensión y aceptación  de este dolor y de la propia enfermedad con el objetivo de una incorporación progresiva a las actividades cotidianas.