3 tipos de problemas:
Estos problemas son sin duda, uno de los motivos de mayor malestar para los padres y fuente de infelicidad.
Los problemas a la hora de dormir pueden ser, habitualmente, de tres tipos:
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El niño rechaza irse a dormir a la hora fijada:
Puede suceder que el niño no haga caso a los avisos, que se queje, que escape o bien, que intente retrasar el momento de irse a dormir pidiendo que le lean otro cuento, necesitando ir al baño, queriendo un vaso de agua, etc.
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El niño llama a los padres desde la cama:
el niño ya está en cama, pero empieza a pedir cosas para que sus padres permanezcan con él en la habitación (agua, ir al baño, otro cuento, etc).
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El niño aparece en cama de los padres:
Generalmente este hábito se inicia una noche por pesadillas o miedos y después es difícil de eliminar.
¿Qué podemos hacer?
Los padres, desde edades muy tempranas, deben establecer de forma gradual rutinas agradables para conseguir unos buenos hábitos del sueño, y ser constantes en su aplicación.
Sin embargo, y sin darse cuenta, muchas veces enseñan a los hijos acciones negativas, como lloros, rabietas, estrategias sutiles, que hacen que el niño se salga con la suya y convirtiendo la hora de dormir en una auténtica batalla.
Veamos un ejemplo
Una posible rutina agradable que dé orden y seguridad al niño podría ser la siguiente:
- Bañar al niño y ponerle el pijama.
- Darle la cena.
- Unos 15 minutos antes, podemos avisar al niño de que se acerca la hora de irse a dormir.
- Procuraremos que esos minutos previos sean tranquilos (ver unos dibujos tranquilos en televisión o un juego relajado, situaciones que no “activen” al niño).
- A la hora de acostarlo, le podemos entregar algo con lo que se sienta a gusto, como un peluche o algo que él elija.
- Podemos contarle un cuento, cantarle una canción infantil o contarle algo agradable que ha sucedido ese día.
- Nos despedimos del niño, le damos un beso y las buenas noches y apagamos la luz (podemos dejar una luz mínima) y salimos de la habitación.
¿Y si el niño no quiere quedarse solo?
Si el niño nos llama o llora, deberíamos ignorarle. Es una situación difícil, y nos cuesta dejarlo llorando, pero pensemos que si vamos a su habitación, lo consolamos sentados a su lado, le cogemos la mano, lo abrazamos o le damos besos, lo que estamos haciendo es premiarlo por llamarnos. Si no le hacemos caso, aunque esto nos suponga tener que escucharlo llorar durante varias noches, el niño aprenderá a que este comportamiento es inútil.
Si sale de la habitación y va a donde nosotros estamos, lo llevamos de nuevo a su habitación prestándole la menor atención posible (sin darle conversación, sin intentar convencerlo de nada, sin abrazarlo…) y le decimos “es la hora de dormir, debes quedarte en cama. Si te levantas, te traeré de nuevo”.
Al poner en práctica estas estrategias es importante hacer esfuerzos por parecer tranquilos y relajados. No mostrarnos enfadados, por difícil que sea, sobre todo si esto sucede de madrugada. Pero el cambio será más inmediato si nos mostramos firmes pero amigables.